Ocurrió que empecé la facultad y en una de las materias que estoy cursando, dicho sea de paso es "Teoría Política y Derecho Público", me enviaron a que leyera como texto introductorio "El Príncipe" de Nicolás Maquiavelo (nacido el 3 de mayo de 1469 en Florencia, Italia). En verdad, yo ya había hecho uan prelectura del libro creo que el año pasado, cuando caminando por Avenida Corrientes (pleno centro porteño) entré a una librería y compré la obra. Lo extraño es que si bien yo no terminé de leerla (como sí lo hice ahora) recuerdo que lo que yo había leido primeramente era algo distinto a lo que leí hace dos días. Recuerdo perfectamente que Maquiavelo se ensarzaba en la disposición de las tropas en el campo de batalla y ello hizo que no culminara la lectura porque me "aburrió" un tanto. Lo cierto es que esos pasajes no se encuentran en el libro que yo leí ahora. Capaz es que la versión que yo compré a cuadras del obelisco también incorporaba alguna otra obra. Lamentablemente, como yo le presté el libro a mi hermana o mi viejo (no recuerdo a quien) y el libro se perdió, no tengo forma de revisar y comparar los textos.
De todas maneras, me gustaría compartir con ustedes algunos pasajes de este libro con ustedes, texto en el cual Maquiavelo describe tan crudamente a la política como una "mera lucha de poder".
Dice Maquiavelo que "[...]la naturaleza de los pueblos es voluble; y es fácil persuadirlos d euna cosa, más es díficil afirmalos en dicha persuación[...]". Aclaro que con "pueblos" se refiere a los vulgos, al campesinado que es fácilmente influenciable.
Dice Maquiavelo también que en la conquista de un Estado a través de un crimen (por ejemplo, asesinato de su príncipe -soberano-) "[...]debe su usurpador examinar todas aquellas ofensas que le es necesario hacer, y todas hacerlas de una sola vez, para no tener que renovarlas día a día, y poder, al no renovarlas, asegurar a los hombres y ganárselos a su beneficio [porque de ésta forma] ofenden [al pueblo] mucho menos y los beneficios se deben hacer poco a poco, para que se saboreen mejor". Queda ya a descubierto el precepto de Maquiavelo sobre el "uso del mal" (recordemos que en aquella época las ideas del bien y de mal (propugnadas por la religión) primaban en el pensamiento) para adquirir, extender o perpetuar el poder del Príncipe.
Dice Maquiavelo en la forma de un principado civil que un ciudadano asciendo al poder "[...] con el favor dle pueblo o con el favor de los grandes [porque por un lado,] el pueblo desea no ser mandado ni oprimido por los grandes [y por el otro,] los grandes desean mandar y oprimir al pueblo". Y dice que "aquel que llega al principado con ayuda de los grandes, se mantiene con mayor dificultad que aquel que se convierte con ayuda del pueblo]; porque se encuentra el príncipe con muchos en su entorno que le parecen ser iguales, y por esto no los puede ni mandar ni manejar a su modo. Pero aquel que llega al principado con el favor popular se encuentra solo y tiene en torno a ninguno o a poquísimos que no estén prontos a obedecer. Además de esto no s epuede con honestidad satisfacer a los grandes sin injuriar a otros, pero sí al pueblo [...]" porque injuriando a unos pocos, el pueblo olvida (y perdona) fácilmente a éstas.
Dice Maquiavelo que "es necesario a un príncipe, si se quiere mantener [en el poder], aprender a poder no ser bueno, y a usarlos o no usarlo según la necesidad".
Dice Maquiavelo sobre las características de un príncipe para la permanencia en el poder de "si es mejor ser amado que temido o viceversa que se debería ser lo uno y lo otro, pero [que a falta de uno] que es mucho más seguro ser temido. Porque d elos hombres se puede decir esto: que siendo ingratos, volubles, simuladores y desimuladores, huidizos de los peligros, ávidos de gananciua, y mientras les haces el bien, son todos tuyos [...] cuando la necesidad está lejos; pero cuando ella se te adueña, se rebelan. [...] Y los hombres tienen menos temor para ofender a uno que se hace amar, que a uno que se hace temer; porque el amor es tenido como un vínculo de obligación, el cual, por ser malos los hombre, en toda ocasión de utilidad se rompe; pero el temor es tenido como un miedo al castigo y no te abandona nunca. Debe, sin embargo, un p´rincipe hacerse temer de forma que si no conquista el amor, huya del odio".
Dice Maquiavelo sobre las promesas que ha hecho que hay dos formas de proceder: "una con las leyes, la otra con la fuerza; la primera es propia de los hombres [mantener la promesa y vivir con integridad], la segunda lo es de las bestias. Más porque la primera muchas veces no basta, el príncipe debe recurrir a la segunda. Por lo tanto, a un príncipe le es necesario saber utilizar bien a la bestia y al hombre. [...] [Y cuandoopte por la bestia] debe elegir entre el león y la zorra, porque el león no se defiende de las trampas, y la zorra no se defiende de los lobos. [...] No puede, por tanto, un señor prudente ni debe observar [cumplir] su palabra, cuando tal observancia se vuelve en su contra o cuando han cesado las razones que hicieron que la diera [...] pero es necesario a esta naturaleza saberla colorear bien, y ser un gran simulador y disimulador".
Dice Maquiavelo sobre las cualidades de un príncipe que "no le es necesario de hecho tener todas las cualidades referidas [piedad, benevolencia, astucia, integridad, entre otras], pero es muy necesario parecer tenerlas [porque] un príncipe [...] no puede observar todasauqellas cosas por las cuales los hombres son tenidos por buenos, estando a menudo contrariado, para mantener el Estado, a obrar contra la fe, la humanidad [...] Y por ello, es necesario que él tenga el ánimo dispuesto a moverse según los vientos de la fortuna y las variaciones de las cosas lo demanden y [...] no apartarse del bien, mientras puede, pero saber entrar en el mal, cuando esté contrariado [...] [Además] los hombres en generaljuzgan más por los ojos que por las manos; porque ver se la da a todos, tocar a pocos. Todos ven aquello que tu pareces, pocos tocan aquello que tú eres; y aquellos pocos no se atreverán a oponerse a lo opinión de los muchos, [...] porque el vulgo se deja llevar por aquello que parece y por el resultado de la cosa, y en el mundo no hay mas sino que vulgo".
No oso decir que estos fragmentos son los más importantes de la obra ni lo pretendo, sólo difundo aquellas frases que más me sorprendieron e interesaron por sus extraños veracidad y realismo.
Tampoco pretendo hacer un análisis de la obra, porque no estoy en condiciones de llevarla a cabo. Lo que sí es mi objeto es difundir la obra y hacer crecer el interés en el que lea esta nota para que tenga el libro en sus manos, lo ojee y tenga una primera visión y lección de la política.
domingo, 26 de agosto de 2007
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